Esta porción de la escritura es tan buena que voy a citarlo de todo pues parece casi innecesario que yo escriba cualquier cosa más;
“Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel: El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra. No es así mi casa para con Dios; sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y será guardado, aunque todavía no haga él florecer toda mi salvación y mi deseo. Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados, los cuales nadie toma con la mano; sino que el que quiere tocarlos se arma de hierro y de asta de lanza, y son del todo quemados en su lugar.”
Las postreras palabas de cualquier persona de fe a menudo son de suma interés. Hoy día, el día del Señor, acaso meditaremos las postreras palabras de nuestro Señor Jesús en la cruz; “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es.” Juan 19:30 “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23:46 ¡Que palabras de consuelo y animo por nosotros, cristianos en el día de la gracia! ¡Qué bueno es meditar sobre la obra consumada, el Padre glorificado, todo relacionado con el pecado ya acabado! Las postreras palabras de David no llegan a tal nivel, pero si nos cuentan cosas profundas acerca del fracaso del hombre y la soberana gracia de Dios. Y vemos que las palabas eran inspiradas por el “El Espíritu de Jehová” pues hemos visto y escuchado otras palabras en la vida de David que no eran por el Espíritu de Jehová sino por el maligno. “Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera.” 2 Samuel 11:15 Duele la memoria de tales palabras dichos por un hombre de fe, pero nos hace recordar que es el hombre en la carne; la carne que nunca mejora, que siempre es la herramienta de Satanás. Y aquí en las últimas palabras de David vemos la confesión, no solo de sus propios pecados sino también de los de su casa. “No es así mi casa para con Dios…”
Pero lo que vemos en estos versículos llega a lo mas allá de lo que vemos del futuro de Israel y de la gracia de Dios en el antiguo testamento. Duraba yo un buen tiempo reconociendo que el antiguo testamento solo nos lleva a la gloria del milenio y no nos lleva al día de la eternidad. Para ver el “día de Dios” tenemos que ir al nuevo testamento. “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3:11-13 David nos cuenta del día antes cuando “Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes…” y en verdad será glorioso, pero no llega al tiempo de 2 Pedro 3:13. Pedro también nos cuenta de aquel día en el mismo capítulo 3, verso 10; “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche…” cuando lo que David describe en los verso 6-7 de nuestro capítulo serán llevados a cabo; “Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados, los cuales nadie toma con la mano; sino que el que quiere tocarlos se arma de hierro y de asta de lanza, y son del todo quemados en su lugar.” Este es el día de juicio contra los enemigos de Israel que serán juzgados antes del reino de justicia del Señor Jesús, Mesías de Israel. Como ha explicado otro alguien “en el milenio la justicia reinará; en la eternidad la justicia morará.
Hablamos un poco sobre el “pacto perpetuo” de que habla David. “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Mateo 26:28 Algunos han sugerido que, porque encontramos esta expresión en el nuevo Testamento, que está relacionado con la iglesia. Pero el pacto siempre tiene que ver con Israel, si lo entiendo bien (y estoy dispuesto que alguien me corrige si estoy mal.) El primer pacto tenía que ver con la responsabilidad del hombre; “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Hebreos 9:15 El hombre bajo el primer pacto fracasó totalmente y así confiesa David. “No es así mi casa para con Dios” pero David mira hacia adelante y la gracia de Dios, bajo la cual se establece el nuevo pacto. “sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y será guardado, aunque todavía no haga él florecer toda mi salvación y mi deseo.” Reconoce David en estas palabras que “todavía” esto no iba a ser cumplido en su tiempo. Y en verdad, todavía estamos esperando aquel día glorioso. Si interesa a nosotros, aunque toca los intereses de la nación de Israel. “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2 Timoteo 4:8 Esta venida no habla del día del arrebatamiento sino del día de su manifestación para reinar en justicia.
Así amados, a nosotros nos interesa esta “mañana sin nubes” mucho, pues el hombre Jesús, rechazado en el día de hoy, será en aquel día glorificado de todos, hasta el hombre que no tiene fe, pues será obligado de doblar su rodilla. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.” Apocalipsis 1:7
23 julio de 2020